Las Aguas
De entre todos los tipos de agua que emergen, únicamente las que tienen un carácter marcadamente diferenciado, como lo son las aguas de Orion, han mantenido un interés especial a lo largo del tiempo y únicamente a ellas se les atribuye propiedades curativas.
Estas propiedades terapéuticas son, posiblemente, tan antiguas como la humanidad. Pero no va a ser hasta el siglo XIX cuando las aguas de Orión, empiezan a obtener la admiración y el reconocimiento de la sociedad catalana de la época.
Debido a su origen profundo y a la especial circulación subterránea, adquieren unas características físico-químicas que las convierten en un medio complejo, invariable al paso del tiempo.
Ponemos a su disposición nuestro manantial de aguas bicarbonatadas-sódicas, fluoradas, silicatadas y radioactivadas, que emergen transparentes sin olor ni sabor especial, entre 39. y 45ºC.
Las propiedades terapéuticas
Su contenido en sílice confiere a la piel una cierta untuosidad de acción emoliente.
La condición de aguas radioactivadas y su termalidad (baño caliente), aplicadas tanto por vía cutánea, como por inhalación, proporcionan una acción sedante, analgésica, antiespasmódica y descongestionante.
Su débil mineralización, así como la hipotonicidad, favorecen una rápida absorción de sus elementos al organismo, estimulando la secreción biliar y la diuresis, y facilitan la eliminación de toxinas.
La modernización de las técnicas termales y el constante estudio de sus propiedades terapéuticas han permitido un resurgimiento de la balneoterapia y el reconocimiento de las aguas de Orión como un elemento estrechamente ligado a los procesos de recuperación funcional en patologías como:
- Reumatismos crónicos articulares y ab-articulares, en especial la artrosis en todas sus formas, las fibrositis, la osteoporosis, los reumatismos inflamatorios fuera de las agudizaciones (artritis reumatoide, espondilitis anquilosante, gota...).
- Rehabilitación de afecciones osteoarticulares posquirúrgicas y secuelas postraumáticas.
- Insuficiencia venosa crónica. Síndrome postflebítica (pesadez, rampas, edemas y trastornos cutáneos en los tobillos).
- Bronquitis crónica. Bronquiectasias. Asma bronquial.
- Insuficiencia arterial periférica. Arteriosclerosis. Claudicación interminente.
- Depresiones menores. Ansiedad. Estrés. Insomnio.
- Litiasis renal úrica. Seguimiento litotricias. Cistitis crónicas.
- Dispepsia biliar y gástrica. Colon irritable (digestiones pesadas, aerofagia, espasmos intestinales...).
- Obesidad y celulitis.
- Deshabituación farmacológica. Tabaquismo.